Tomás Salvador González (Zamora, 1952, Móstoles, 2019) publicó en vida un poemario “visual”, ‘Favorables país poemas’ (Icaria, 1996). También aparecieron algunas plaquettes de este género, de distribución muy reducida: ‘El poeta en su taller’ (La hoja de roble, 1998), ‘Espantapájaros y un sonajero’ (Escuela de arte de Mérida, 2008) y ‘La luz de un metro en la oscuridad’ (Arenas de S. Pedro, 2008). Desde la primera mitad de los años 90 dedicó buena parte de su tiempo creativo -y de su espacio hogareño- a trabajar con titulares y material gráfico, sacado, fundamentalmente del periódico ‘El País’ para elaborar una obra paralela a sus poemas discursivos y su narrativa.
‘El título ‘Favorables país poemas’ viene de la revista que publicaron Juan Larrea y César Vallejo, ‘Favorables París poema’ en 1926, con solo dos números, en la que participaron Vicente Huidobro, Tristán Tzara, Pierre Reverdy, Juan Gris, Pablo Neruda, Gerardo Diego… Sus escasas cuarenta páginas, en total, ejercieron una influencia insospechada en la nunca asentada vanguardia española. En el libro, Tomás Salvador González (en adelante TSG) usa la técnica de recortar titulares de prensa (de El País) y compone con ellos poemas. Es un pie forzado como otro cualquiera, métrica, ritmos, rima, etc. y fue muy utilizado por los dadaístas en su momento de mayor esplendor, en los años inmediatos posteriores a la Primera guerra mundial. En palabras de César Vallejo en el nº 1 de la revista, «los materiales artísticos que ofrece la vida moderna han de ser asimilados por el espíritu y convertidos en sensibilidad.» Los poemas hechos como collages de periódicos, en la época dadá buscan, sobre todo, epatar, escandalizar un poco, como el niño que dice caca, culo, pis; pero el método admite muchas posibilidades, y TSG pasó una parte importante de su vida explorándolas, adecuándolas a sus intereses artísticos y poéticos. En realidad, no hay gran diferencia entre un poema discursivo al uso y uno de titulares de periódicos en el caso de TSG. Quizá los cortes sintácticos son más abruptos y hay una síntesis más acentuada. Está el añadido estético, el tamaño y color de las letras y palabras, el fondo de la página, las imágenes que pueden acompañar, o no, al texto… Es decir, lo que pudiera perderse por quedar sometido a utilizar solo palabras aparecidas en titulares de prensa, se compensa con creces por las posibilidades expresivas, sobre todo plásticas, que se abren. Por ejemplo, en un capítulo, se han seleccionado titulares en los que el color de la letra o del fondo es muy significativo. Otra variante son las franjas de colores que conforman el poema, a partir de fondos de páginas de periódicos, etc.
Los orígenes de las maneras que utiliza TSG se remiten, además de a Dadá, primero a los caligramas, que puso de moda Apollinaire, y que vienen de muy atrás, y luego al letrismo, corriente de vanguardia fundada por el rumano Isidore Isou en un manifiesto en 1945. Se atiende aquí al valor sonoro, primero, y luego visual, de las palabras, sin considerar su significado. La escritura, de algún modo, se convierte en pintura.
Una vez iniciado el camino, van apareciendo más opciones, y la fotografía cobra mayor importancia. La técnica básica siempre es el collage, cortar y pegar, en sentido literal. Los titulares pierden espacio y, en algunos casos, llegan a desaparecer, y solo hay imágenes; habitualmente, TSG enfrenta dos o más para generar una nueva, chocante, irreal. Puede enfrentarlas de manera elemental, como en la serie ‘Parejas’, o incluir una en otra, como en ‘Rostros’.
Uno de sus primeros libros, publicado artesanalmente (y ahora en su Poesía reunida, (‘Una lengua que él hablaba’, Dilema, Madrid, 2018) es ‘Aleda’, (Ediciones portuguesas, 1988), el título nombra la cera con la que las abejas untan la colmena, indica protección, una cuidadosa mirada hacia adentro. En su último libro exento, ‘Siempre es de noche en los bolsillos’ (Papelesmínimos, 2014), el penúltimo apartado es ‘Aldea’, una palabra que se repite en sus postreras piezas visuales. TSG vivió de niño en una, y en ese viaje, de la cera de las abejas a la primera niñez, quizá puedan agruparse buena parte de los intereses, de los logros de su obra, sin distinciones entre la parte plástica y la discursiva. De ahí el título de esta selección, ‘De aleda a aldea’.
La poesía visual de TSG, a lo largo del tiempo, fue incorporando materiales. Aprendió a hacer papel a mano y lo usó como fondo de algunas piezas (apartado ‘Texturas’). Con cajas de puros, de cigarrillos o de turrón, elaboró poemas en tres dimensiones, a la manera de Joseph Cornell, (que compraba sus objetos en una tienda llamada ‘El signo del gorrión’, el nombre de una revista, que duró diez años (1993-2002), de la que el poeta fue fundador y miembro del consejo de redacción hasta el final), pero dejando su impronta particular, utilizando en ellos imágenes y titulares de prensa junto con piezas de madera, juguetes antiguos, tizas... El cartón, en sus diversas presentaciones, también le sirve de fondo significativo de sus poemas. Con cartulinas de colores recortadas o rasgadas compone figuras abstractas. El extremo al que llega quizá sea el de colorear con tintas servilletas de papel y darles forma de modo que resulten inquietantes.
No se puede decir que haya una evolución de la palabra al objeto o a los colores. El autor nunca desprecia sus orígenes y las letras no desaparecen de lo que lleva a cabo hasta el último momento, pero redimensiona su importancia, las coloca en espacios más complejos que el fondo blanco de sus primeras piezas, y las pone en relación con el resto de lo que aparece en el poema.
Con la llamada poesía visual, siempre hay una discusión sobre su valor artístico. ¿Es poesía o es arte? Los poetas al uso, los que solo usan palabras, rimas, recuento de sílabas y figuras retóricas, muy a menudo le niegan la condición poética; los artistas, en cualquiera de sus modalidades, suelen entender que es algo de muy poca importancia para considerarlo artístico. Últimamente, ha entrado en algunos museos, que sí le dan ese valor. El estar entre dos aguas por su propia querencia tampoco la beneficia en cuanto a la claridad de ideas. Francisco Pino, el poeta vallisoletano que jugó con todas las barajas de lo poético, entendía que la poesía puede darse con palabras, pero también sin ellas. Es la pretensión de acercarse al paradigma lo que cuenta. En todo caso, la selección aquí presentada admite a menudo su querencia poética a la antigua usanza, y todos los poemas, o lo que sean, pueden ser disfrutados y analizados como objetos plásticos, artísticos.
TSG no tiene una relación estrecha con el mundo de la poesía visual española de su tiempo, pero tampoco está desconectado. Participa varias veces en Veneno, la veterana revista mínima dirigida por Francisco Aliseda que ha atendido a la poesía discursiva y a la experimental, y lo hace en las dos facetas. Aparece en el CD ‘Tod2 o casi Tod2’, (2004), recopilado por Julián Alonso en el que hay una muestra muy importante y exhaustiva de la poesía visual de los últimos años en España. En el año 2005 forma parte de la exposición ‘Desacuerdos’, en el MACBA, (Barcelona). Participa también con piezas notables en la exposición colectiva ‘Constelaciones’ (MUSAC, León, y C3A, Cordoba, 1917), quizá el proyecto más ambicioso de presentación de los últimos cincuenta años de poesía experimental en España.
En un par de visitas a su taller, asesorado por Cristina del Teso, su mujer, pude ver, y fotografiar, una parte importante de lo que TSG, a lo largo de veintimuchos años, había ido elaborando con su característico cuidado. Es necesario hacer una catalogación y una ordenación pormenorizada de todas las piezas. He distribuido lo que aparece en este libro en 17 capítulos, podrían ser más, dentro de lo que he podido analizar, y con seguridad aún quedan un número significativo de poemas por descubrir. Las pretensiones aquí se limitan a ser una primera mirada a una obra que hasta ahora es en buena parte inédita y, a mi entender, de enorme importancia poética y plástica.
No se incluyen en esta selección textos de ‘Favorables País poemas’ porque pueden encontrarse en su edición original y en su Poesía reunida. Los primeros tres capítulos (‘¿Poética?’, ‘Luz’ y ‘Espantapájaros’) corresponden a selecciones de obras ya publicadas, mencionadas más arriba, pero con muy escasa difusión. El resto corresponde a obra inédita o publicada en alguna revista (Veneno, etc.) también de circulación muy limitada. Los otros catorce capítulos corresponden a piezas reunidas por afinidades muy evidentes, como ‘Ajedrez’, ‘Servilletas’, ‘Parejas’… Los textos construidos a base de palabras los he dividido en cuatro apartados, para destacar sus diferencias: ‘Titulares’, ‘Palabras y colores’, ‘Franjas’ y ‘Celosías’. El capítulo ‘Cajas’ corresponde a la obra tridimensional. ‘Cartas’ usa como elemento de fondo sobres de correos. ‘Rostros’ son fotos tratadas -con tijera y pegamento- en las que aparecen cabezas. En ‘Sin palabras’ la característica es que no parecen letras. ‘Texturas’ incluye piezas realizadas con papel hecho a mano por el autor y algunos collages en los que las palabras de los titulares desaparecen. ‘Azul’ es una de las palabras y colores fetiche de TSG. Por fin, ‘Aldea’ es otra palabra obsesiva en sus escritos y también surge en el trabajo visual del autor, podría ser un compendio, un ideal de sus pretensiones. Algunas de las piezas podrían presentarse en más de un apartado, porque cumplen los preceptos necesarios para ello, eso tiene que ver con la confluencia de intereses del artista, pero entiendo que todas tienen razón de estar donde aparecen.
En la publicación póstuma ‘Restos de infancia’, (Freire:edición, Madrid, 2019) hay, además de unos relatos sobre un mundo añorado e imposible, varias piezas de ‘Aldea’ y de las últimas series en las que trabajó el poeta. Es una unión de las dos maneras de hacer de TSG muy sugerente para el lector.
Es importante señalar que, como cualquier objeto artístico, el original ofrece muchos más matices que su reproducción. Aquí todas las piezas tienen un tamaño aproximadamente igual; la diferencia entre ellas, en realidad, es grande; en su obra hay objetos mínimos y de una envergadura notable. La textura de sus cartulinas rasgadas o del papel hecho a mano solo puede apreciarse con cierta exactitud mirando cada pieza tal cual es, sin transferencias fotográficas.
Por el tiempo que le tocó vivir, TSG no intentó inventar nada, a la manera de las vanguardias, tan vivas en el periodo de entreguerras; pero, lejos de considerar sus descubrimientos un sarampión pasajero, como hacen muchos, utilizó esos recursos para expresarse, como un paso más allá del inicial de ruptura con lo establecido. Observaba lo que tenía a su alcance, desde las iniciales páginas de los periódicos hasta las servilletas del final, y jugaba / trabajaba con ello, con rigor, con pasión, dedicándole a esta tarea muchísimo tiempo y espacio, en su taller, hasta reunir una obra de la que ahora solo vemos sus frutos más obvios, y que es necesario estudiar y analizar a fondo en los próximos años.
En una de las últimas exposiciones colectivas locales, en Arenas de S. Pedro, en la que presentaba sus ‘cajas de turrón’, TSG daba este lema: «poesía para ser mirada / sin dejar de ser leída.»
Texto de Luis Marigómez
¿Poética?
Estos poemas aparecieron en la plaquette ‘el poeta en su taller’, en 1998. El autor señala en la solapa: «Todos, en mayor o menor medida, hacen referencia al oficio de escritor, pero, más que una poética cerrada y rígida, se ofrecen como materiales o herramientas de los que el poeta se sirve para llevar a cabo su tarea.» Son 14 poemas, de los que se han seleccionado 6. Fueron compuestos en los veranos de 1996, 97 y 98, inmediatamente después de la publicación de ‘Favorables país poemas’.
Son titulares compuestos con letras negras sobre fondo blanco, la manera más básica de su poesía visual. No hemos encontrado los originales. Lo que se presenta aquí son facsímiles de las páginas de la publicación.
Hay varios versos que considero especialmente significativos: «el poder de las palabras», «mi lenguaje quiere ser simple, preciso, casi transparente», «trágica, tierna, terrible belleza», «el poeta escondido», «palabras recién talladas». Estas frases han sido dichas por otros, o se les han ocurrido a periodistas para titular una noticia. TSG se apropia de ellas y configura un a modo de autorretrato. La retórica del poema debe ser mínima. Las palabras deben estar muy por encima del autor, escondido en ellas. La belleza es algo mucho más fuerte que lo bonito.