LA FLUIDEZ DEL CAOS, DE JUAN RAFAEL
(Selección de obra pictórica 2021-2025)
En esta exposición, el artista Juan Rafael (León, 1968) muestra una selección de sus cuadros desarrollados "en un periodo de tiempo convulso, lleno de contradicciones, regresiones y cuestionamientos de todo lo aprendido. Las piezas surgen a través de la búsqueda de la luz y la fuerza del color en la transparencia, así como del comportamiento natural de los materiales pictóricos, manteniendo la línea de trabajo de los últimos treinta y cinco años".
En esta ocasión, una pequeña serie de obras llamadas "poema-cuadro" acompañan a la obra habitual de Juan Rafael, con poemas cedidos generosamente por algunos amigos y amigas poetas —Víctor M. Díez, Ildefonso Rodríguez, Felipe Zapico, Eloísa Otero, Aldo Z. Sanz, Silvia Abad Motoliú, Miguel Casado, Olvido García Valdés, Tomás Sánchez Santiago, Juan Carlos Valle "Karlotti"—, poniendo de relieve cómo la poesía ha acompañado de manera constante la formación de su universo creativo.
La mayor parte del trabajo expuesto corresponde a los últimos dos años, aunque también se han incluido, a modo de muestra, piezas del periodo final de la pandemia (2021) y comienzo de la guerra en Ucrania (2022), con la intención de hacer ver que los artistas no son ajenos a la situación social o a la actualidad.
Preguntando a la IA por el concepto que da título a esta exposición —"La fuidez del caos"—, vinculado a la pintura, surgieron algunas apreciaciones interesantes, a juicio del artista:
"Aplicar el concepto de "la fluidez del caos" a la pintura abre un abanico de posibilidades creativas que pueden desafiar tanto las convenciones formales como las expectativas del espectador. El caos en la pintura no necesariamente implica desorden, sino un proceso libre, fluido y en constante cambio, en el que las formas, colores y texturas se desarrollan sin una estructura rígida, pero con una intensidad vibrante que genera nuevas realidades visuales.
En lugar de seguir un plan rígido o una estructura fija, el pintor puede permitir que la pintura evolucione de manera impredecible, donde el acto de pintar mismo se convierta en una especie de danza con la tela. Esto podría incluir el uso de técnicas gestuales, el "dripping" (goteo) al estilo de Jackson Pollock o la aplicación espontánea y directa de la pintura sin un esbozo previo. Aquí, el caos no se ve como algo negativo, sino como un espacio donde la creatividad puede brotar sin restricciones.
"La fluidez del caos" podría reflejarse en la manera en que las manos, el pincel o las herramientas se mueven a través de la tela, como si la pintura estuviera tomando vida propia. No se trata de controlarla, sino de permitir que las formas surjan sin una planificación demasiado estricta. Las manchas, los trazos erráticos y las combinaciones inesperadas de colores pueden verse como una representación visual del caos que, al mismo tiempo, tiene una lógica interna y una fluidez que lo conecta todo.
El pintor, al igual que el caos, no tiene control total sobre la obra, pero en la pérdida de control surge una nueva forma de expresión, en la que la fluidez (la interacción entre el pincel, la pintura, el lienzo y el espacio) se convierte en la esencia propia de la obra. Aquí, el caos no es algo que se deba ordenar, sino algo que se debe abrazar.
La fluidez del caos se conecta con la idea de que lo imperfecto, lo incontrolable y lo fugaz también tiene su propia belleza. Cada trazo y cada mancha no tiene que ser perfecto; de hecho, lo que crea la singularidad de una obra de arte es precisamente esa combinación de elementos impredecibles que surgen a medida que el pintor interactúa con su medio.
Esto puede llevar a una pintura que se siente viva, que no tiene una resolución cerrada, sino que refleja la idea de que el proceso de creación es, en sí mismo, caótico y fluido, y que ese flujo es parte de su identidad. En ese sentido, cada obra se convierte en un testimonio de cómo el caos puede funcionar como motor de la creación."
JUAN RAFAEL (León, 1968)
Juan Rafael Álvarez estudió Bellas Artes en la Universidad de Salamanca y forma parte de la generación de artistas que eclosionó en León a principios de los 90, emergentes gracias a la labor de la galería Tráfico de Arte, gestionada por Carlos de la Varga, y de críticos como Javier Hernando Carrasco o José Gómez Isla. Así, en la última década del siglo XX participó en exposiciones tan representativas como «León punto y aparte. La nueva escena artística» (Sala Provincia, 1995), «Las nuevas vías de la abstracción» (Sala Provincia, 1997) o la «Bienal de Maia. Arte jovem» (Maia, Oporto, 1997).
Sin abandonar nunca la pintura —desde 1993 ha colgado sus obras en un buen número de muestras individuales y colectivas—, este artista leonés se gana la vida trabajando como freelance en diferentes terrenos vinculados a la imagen (diseño gráfico, maquetación, fotografía, cartelismo, muralismo, decoración, escenografía, acabados pictóricos o escaparatismo). En ocasiones firma como Rafa Murciego (o como Murciego a secas) algunos de esos trabajos que no tienen que ver directamente con la pintura.
Entre sus grandes exposiciones individuales destacan: «Huellas de escritura» (Sala Lucio Muñoz. Delegación territorial de la Junta de Castilla y León. León, 1997), «Pinturas» (La Fábrica-Arte Contemporáneo. Abarca de Campos, Palencia, 1998), «Pinturas» (Galería La Casa del Siglo XV. Segovia, 1999), «Naturaleza plástica» (El Albéitar. Universidad de León, 2007) y, entre las más recientes, «Bosques» (Galería Ármaga, León, 2016), «Bosques, libretas y otros cuadros» (El Albéitar, en León; y galería Dosmilvacas, La Mirada Viajera y salas del campus universitario en Ponferrada, 2019), «Peripatético 2019-2022» (Claustro del Monasterio de San Francisco, León) y, la más reciente, “Nebulosas” (Vinería Amarone, 2025).
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